lunes, 20 de diciembre de 2010

El poder de crear nuestra realidad. Segunda parte


La fe mueve montañas. Este tópico, presente en nuestra mentalidad desde tiempos inmemoriales, se refiere al poder que las ideas, las creencias ya no a nivel intelectual, sino experiencial y vivencial, ejercen sobre nosotros. Nuestras ideas crean la realidad a un nivel que no debe despreciarse. Lévi-Strauss*, en sus investigaciones sobre curas chamanísticas en algunas culturas tradicionales, se preguntó cómo era posible que unas técnicas totalmente alejadas de la medicina positiva fueran capaces de lograr la curación, en apariencia milagrosa, de sus pacientes. Sus conclusiones fueron realmente asombrosas. La eficacia de este tipo de hechiceros radicaba en el nivel de aceptación, de creencia que le otorgaban tanto el paciente como su entorno socio-cultural (su eficacia como sanador era reconocida por el colectivo). Así, mediante complejos rituales que a nosotros podrían semejarnos delirantes escenificaciones, lograban la sanación de múltiples enfermedades de carácter psicosomático.

Más allá de los mecanismos de control social, este conocimiento resulta un singular instrumento en la construcción de nuestra propia realidad. ¿Se han preguntado alguna vez cómo cambiar determinados aspectos de su vida? ¿Cómo pueden reorientar, o tal vez simplemente reafirmar, algunas ideas o convicciones que les provocan dudas? A continuación expondré un ejemplo práctico.

Tal vez nos encontremos limitados por nuestro entorno, nuestros prejuicios e ideas preconcebidas, y también por los condicionantes sociales. Pero ante todo, es primordial un primer trabajo de reflexión interior dirigido a formar en nuestra conciencia, a buscar la idea más elevada de que seamos capaces, una idea que, a nivel emocional, nos provoque la mayor sensación de felicidad, bienestar y pasión.

¿Ya han averiguado cuál es?

Pongamos por ejemplo que para una persona, la idea más elevada, aquella que podría hacerle más feliz en su existencia, podría ser el sentirse permanentemente enamorado, el experimentar ese sentimiento cada día de su vida. Imaginen que esa emoción, ese proceso psíquico, condicionante social o arquetipo cósmico que denominamos amor, no importa por qué, provoca en todo su ser (físico, psíquico, emocional, ¿espiritual?) una reacción que desencadena un torrente de bienestar, de entusiasmo, de alegría. Esta persona, cuando imagina que se siente así en todo momento, para él resulta maravilloso. El problema es que pasado un tiempo, la inmediatez le reclama, el momento desaparece y queda olvidado. ¿Cómo lo convierte en constante?

Tras el trabajo de reflexión inicial, puede resultar conveniente el hecho de escribir la idea y las emociones que la acompañan, nombrándolas después en voz alta con el objetivo de “crearlas”, de otorgarle una forma real en su propia conciencia. A partir de aquí, será por repetición constante como la idea y sus efectos en la experiencia se instalarán definitivamente en su mente, creciendo, tal vez ampliándose desde la forma de amor que más se asocia con la idea, el amor de pareja, hacia un amor más holístico, más global; se habrá convertido en una realidad; así es como ustedes la experimentarán, porque repitiendo, creyendo con tenacidad en una idea, es como ésta se materializa en el mundo, aunque este mundo se limite al campo de sus propias conciencias.

Podrían argumentarse dos debilidades a este sistema. La primera, es que hay momentos, días en que las circunstancias hacen sumamente complicado enfocar la idea y asociarla a la emoción, es decir, forzarse a sentir una emoción como el amor un día de esos que llamamos “negros”. Bien, pueden ayudarse mediante, por ejemplo, una buena música, pues el gran don de la música consiste en las emociones que, inconscientemente, nos transmite. Por otra parte, alguien podría indicar que la repetición, la rutinización comporta la progresiva desaparición del entusiasmo y la ilusión, de la fuerte emoción que al principio nos provocaba la idea. Tengan en cuenta que las ideas son una producción del pensamiento lógico-racional, mientras que las emociones intensas no tienen sentido fuera del mundo de la acción. Cada día pueden surgir oportunidades para poder crear y vivir con esas ideas y emociones, cada día surgen ocasiones para sentirse enamorado, libre o justo en medio de nuestra vida cotidiana. Hagan la prueba, tal vez una ayuda prestada al necesitado, tal vez una simple sonrisa que levante el ánimo de alguien sumido en la tristeza… La única forma de mantener permanentemente ese estado deseado es mediante la acción.

Les invito a crear sus propias realidades, a trabajar por sus anhelos, les invito a descubrir por ustedes mismos el antiguo elixir de los alquimistas… Felices fiestas!!

* Claude Lévi-Strauss (1908 - 2009), antropólogo francófono belga fundador de la antropología estructural.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El poder de crear nuestra realidad. Primera parte


¿Se han fijado en la enorme influencia que determinadas ideas ejercen sobre nuestra forma de ver la vida? ¿Cómo experimentamos el amor? ¿La justicia? ¿La libertad? ¿Qué hace diferentes, especiales a estas ideas en comparación con otras? ¿De dónde proviene su poder sobre nosotros?

Nuestra personal visión de la existencia se fundamenta sobre una singular serie de conceptos más o menos integrados socialmente y aceptados individualmente, que estructuran nuestra realidad vivencial, una serie de significados que constituyen una estructura, casi una institución sobre la forma como experimentamos la realidad individual y colectivamente. La historia de la filosofía y, en general, de las ciencias humanas se halla plagada de teóricos que han tratado de aportar diferentes explicaciones a este problema: Platón y la filosofía idealista en general otorgaban una entidad real y separada a tales ideas (bien, justicia, belleza, etc.), las llamaron arquetipos universales y creyeron que el mundo natural no era más que una copia, un reflejo en la materia de esos mundos invisibles y perfectos; otras corrientes las consideraron más bien categorías restringidas por el contexto socio-cultural, es decir, el significado de una idea como la justicia o la libertad puede variar dependiendo de la cultura que la formule. En este sentido, este tipo de ideas no dejan de resultar auténticas instituciones, mecanismos del colectivo que aportan los modelos considerados válidos (estereotipos) tanto para la propia percepción como para el desarrollo del individuo en sociedad.

Pero más allá de su origen y su misma esencia, tal vez debamos investigar su funcionamiento en nosotros mismos y nuestro entorno. ¿Qué significa para mi entorno la libertad? ¿Cómo la experimenta? ¿Cómo la experimento yo? ¿De qué forma puede una idea penetrar, crecer y llegar a dominar toda la experiencia de una persona?

Contrariamente a lo que podría parecer, se trata de un mecanismo sumamente sencillo. Cuando se desea establecer una idea en la conciencia colectiva, ésta debe acompañarse de repetición y sentimiento. Uno de los procesos de aprendizaje fundamentales en el ser humano es el método por ensayo y error, desarrollando nuestras habilidades mediante la repetición ya desde la infancia. Y más allá de esto, el hombre tiende a rutinizar su existencia, debido a una necesidad intrínseca de orden y autocontrol, puesto que lo extraordinario, la anomalía y lo inesperado suelen ser causa de tensiones a nivel psicológico. Por otra parte, para que una idea se imponga, debe acompañarse de un fuerte componente emocional, debe dirigirse más hacia el sentimiento que hacia la razón lógica. Un ejemplo clarificador sobre cómo actúan estos mecanismos en el particular caso de la manipulación consumista a través de los medios de comunicación de masas, podría ser la forma como se forjan la mayoría de anuncios publicitarios desde hace algunos años. El producto que se desea vender es asociado con alguna de las ideas “arquetípicas” que permanecen invariablemente en la mente del colectivo, por ejemplo, la idea de libertad. Aunque esto resulte una falsedad, la constante repetición del anuncio provoca en la mentalidad un efecto inconsciente de rutinización, es decir, con el tiempo la mera imagen o mención del producto es realmente asociada por el individuo a una idea, tal vez un estilo de vida, y una emoción, el deseo de poseer ese “bien” material para satisfacer una “necesidad” de bienestar. A la luz de lo expuesto, reflexionen, por ejemplo, en los efectos que les produce la siguiente frase: “¿Te gusta conducir?”

Continuará...

lunes, 6 de diciembre de 2010

Hypatia de Alejandría. Segunda parte, el final del mundo clásico.


Hypatia murió en marzo del año 415, y su asesinato está descrito en la obra de Sócrates el escolástico, un historiador cristiano del s. V:

"Todos los hombres la reverenciaban y admiraban por la singular modestia de su mente. Por lo cual había gran rencor y envidia en su contra, y porque conversaba a menudo con Orestes, y se contaba entre sus familiares, la gente la acusó de ser la causa de que Orestes y el obispo no se habían hecho amigos. Para decirlo en pocas palabras, algunos atolondrados, impetuosos y violentos cuyo capitán y guía era Pedro, un lector de esa iglesia, vieron a esa mujer cuando regresaba a su casa desde algún lado, la arrancaron de su carruaje; la arrastraron a la iglesia llamada Cesárea; la dejaron totalmente desnuda; le tasajearon la piel y las carnes con caracoles afilados, hasta que el aliento dejó su cuerpo; descuartizan su cuerpo; llevaron los pedazos a un lugar llamado Cinaron y los quemaron hasta convertirlos en cenizas.”

Hypatia, por
Charles W. Mitchel
No se sabe si Cirilo ordenó directamente el asesinato, pero como mínimo creó el clima político que hicieron posible unos hechos tan crueles. Más tarde Cirilo fue canonizado.

Orestes informó del asesinato y solicitó a Roma que se iniciara una investigación, pero luego hubo de renunciar a su puesto y huir de Alejandría. La investigación se pospuso repetidas veces por "falta de testigos" y más tarde Cirilo proclamó que Hypatia continuaba con vida en Atenas.

Aunque la vida de Hypatia acabó trágicamente, su obra permaneció, alcanzando logros extraordinarios para una mujer de su época. Los filósofos la consideraron una mujer de gran conocimiento y una maestra excelente. Su brutal asesinato ha sido considerado como uno de los indicadores del final de la enseñanza filosófico-científica, de la sabiduría clásica, en Alejandría y en todo el Imperio romano. Con el asesinato de Hypatia occidente de sumió en mil años de oscurantismo medieval, si bien la ciencia griega sobrevivió en Bizancio y floreció en el mundo árabe, hasta que fue rescatada, para occidente, por los humanistas del Renacimiento florentino a partir del s. XV.