lunes, 18 de julio de 2011

Arte y mitología en Mesopotamia. Segunda parte. La Torre de Babel


Aunque Mesopotamia no constituyó nunca una unidad política al estilo de Egipto, sí comparte con el país del Nilo una misma cosmovisión en cuanto a la concepción sobre el tiempo cíclico y, sobre todo, del espacio sagrado. En este sentido sus construcciones son un reflejo del cosmos ordenado. Las ciudades reproducen el orden celeste y los templos simbolizan el Axis Mundi, el eje o “centro del mundo”, arquetipo del origen de la creación y símbolo presente en la cosmovisión de casi todas las culturas del mundo antiguo, que une y permite la comunicación de las tres esferas, el cielo, la tierra y el inframundo. Gracias a este eje, por ejemplo, los dioses pueden descender a la tierra y los hombres ascender al cielo. Este es el significado de pirámides y zigurats.

El zigurat es una torre cuadrada de varios pisos escalonados o terrazas superpuestas de dimensiones decrecientes hacia arriba, en cuya cima se encuentra un santuario. Las caras se orientan hacia los cuatro puntos cardinales y se sube a los diferentes niveles por medio de una rampa que rodea los cuatro lados, o por dos escaleras simétricas que trepan por el frente o los laterales. En su construcción se empleaban materiales muy ricos: mármol, alabastro, lapislázuli, oro y cedro, aunque la pieza básica en su construcción fue el ladrillo de arcilla moldeado y secado al sol, debido a la geografía de la zona y su escasez en bloques de piedra. Aparecieron por primera vez durante el periodo neosumerio, a finales del III milenio a.C., derivando del antiguo templo sumerio y pudiendo elevarse hasta una altura de siete o incluso ocho pisos. A diferencia de las pirámides egipcias, no contienen cámaras internas, son macizos. Servían como lugares de culto y de adivinación (Es famosa la ciencia astrológica y adivinatoria mesopotámica). Como señalábamos antes, su función correspondería con el de la Pirámide Escalonada de Saqqara, en Egipto, donde la escalera permite al hombre elevarse a los planos divinos y a las fuerzas divinas descender al mundo terrestre.

Del templo del dios Marduk y su zigurat en Babilonia, más conocido por el nombre bíblico de Torre de Babel, no han llegado hasta nuestros días más que algunos restos de sus cimientos, así que debemos conformarnos con las descripciones que de él hicieron viajeros e historiadores como el griego Herodoto en el s. V a.C. Así describe Herodoto el edificio: “El santuario de Zeus Belo (Marduk), con las puertas de bronce, que todavía duraba en mis días, es un cuadrado de dos estadios (1 estadio = 185 metros) de lado. En medio del recinto hay una torre maciza que tiene un estadio de largo y otro de ancho. Sobre esta torre se levanta otra, y sobre ésta una tercera, hasta llegar a ocho torres. La escalera que lleva a ellas está construida por fuera, en círculo, alrededor de todas las torres, y a la mitad de la escalera hay un rellano con asientos donde descansan los que suben. En la última torre se encuentra un gran templo y dentro del templo hay una gran cama, muy bien puesta, y a su lado una mesa de oro. No hay allí ninguna estatua del dios, y ningún ser humano puede quedarse de noche, excepto una sola mujer, hija del país, a quien entre todas escoge el dios (…) En el recinto sagrado de Babilonia hay abajo otro templo, donde se halla una gran estatua de oro de Zeus (Marduk) sentado; junto a ella hay una gran mesa de oro, y el trono y el pedestal son también de oro, y el conjunto, según dicen los caldeos, está hecho con 800 talentos de oro”*.
*Herodoto, Historias, I, 181-183

lunes, 4 de julio de 2011

Arte y mitología en Mesopotamia


Mesopotamia, el territorio comprendido entre los ríos Tigris y Éufrates, en el actual Irak, nunca fue una unidad política al estilo de Egipto. Mientras que la egipcia fue una cultura muy homogénea tanto étnica como culturalmente, la mesopotámica se caracterizó por una heterogeneidad étnica y una homogeneidad cultural. Sumerios, acadios, babilonios, asirios, caldeos o persas, todos tuvieron sus momentos de esplendor a lo largo de la historia, pero la literatura, los mitos y creencias religiosas originales se transmitieron sin substanciales alteraciones de una nación a otra a través de los siglos. Por ello, aunque fijaré la mirada en asirios y caldeos para comentar su panteón religioso y sus mitos, el hecho de que la raíz de esta religión ya proviniera de los tiempos de los sumerios, a finales del IV milenio a.C., permite ilustrarla en un sentido más general.

En Asiria y Babilonia existieron dos tríadas básicas de divinidades, recogidos desde los antiguos tiempos de Sumer y Acad, la tríada de los dioses cosmológicos y la tríada de los dioses astrales .

Dioses cosmológicos:

- Anu es el dios del cielo, en origen la divinidad suprema. Era adorado en la sumeria ciudad de Uruk, pero su culto fue suplantado por el de su hija Ishtar, ya que Anu es un dios oculto que no se preocupa de los asuntos terrenales y humanos.

- Enlil es el dios de la tierra. Se le veneraba en Nippur. Es una divinidad a menudo iracunda a quien se atribuye la catástrofe del diluvio.

- Ea es el dios del abismo, de las aguas primordiales sobre las que flota el mundo. Es también la divinidad patrona de las ciencias, de la sabiduría y la inteligencia, un héroe civilizador y protector de la humanidad.

Dioses Astrales:

- Sin, dios de la Luna venerado en la ciudad de Ur, era considerado también un dios de sabiduría. Se le representa como un hombre casi anciano, con una larga barba de lapislázuli, tocado con una tiara y con una luna creciente. También era un dios del tiempo porque regulaba el calendario lunar.

- Shamash, dios del sol, simbolizaba la justicia y era el guardián de las leyes.

- Ishtar era la personificación de la fertilidad y la fecundidad. Era diosa del amor pero también de la guerra.

Durante las épocas asiria y babilónica cobraron relevancia dos nuevas divinidades, que no existían durante el periodo sumerio-acadio, consideradas de tipo “políticas”, ya que Marduk, divinidad local de Babilonia, fue elevado a la categoría de rey de los dioses. Marduk es un dios civilizador, patrón de la medicina y la magia y protector de la humanidad. Junto a él, Assur, divinidad local de la ciudad asiria del mismo nombre, también fue elevado al rango de divinidad suprema cuando Asiria se convirtió en un imperio poderoso.

En cuanto a los mitos mesopotámicos, dos son tal vez los más importantes: el Poema de la Creación y la Epopeya de Gilgamesh.

- El Poema babilónico de la Creación , conservado en siete tablillas procedentes de la biblioteca de Assurbanipal, último “gran rey” asirio que gobernó entre 669 y 627 a.C., en Nínive, narra la cosmogonía, la creación del universo, las luchas entre dioses por la supremacía y la creación del hombre.

 
- La Epopeya de Gilgamesh, cuyo origen se remonta al III milenio a.C., durante el periodo sumerio, la obra más conocida de la literatura mesopotámica, narra las aventuras del rey de Uruk con su amigo Endiku durante una serie de expediciones heroicas. De regreso a Uruk, la diosa Ishtar trata de seducir a Endiku y, al verse rechazada por él, los dioses decretan su muerte. Gilgamesh emprende entonces la búsqueda de Utnapishtim, ancestro lejano que sobrevivió al diluvio universal y que conquistó la inmortalidad. Tras un arduo viaje, el héroe encuentra a su ancestro, quien le muestra que para conquistar la inmortalidad deberá hallar una planta milagrosa en el fondo del mar. Gilgamesh encuentra la planta, pero una serpiente se la roba. Como consuelo, consigue de los dioses que al menos el alma de Endiku pueda regresar brevemente al mundo de los vivos para conversar con él. Endiku describe el lúgubre reino del inframundo y el poema finaliza con un abrumador pesimismo hacia el más allá.
 
Continuará...