martes, 4 de diciembre de 2012

El Cantar de Roldán. El destino de un héroe



         El Cantar de Roldán es tal vez el más grande poema épico que nos ha legado la Edad Media. En clave legendaria, se narran los hechos acaecidos durante la batalla de Roncesvalles entre las tropas del emperador Carlomagno y Marsilio, rey sarraceno de Zaragoza. Roldán, sobrino del emperador y comandante de su ejército, cae en una emboscada y muere en combate debido a la traición de su padrastro, Ganelón. Escrito probablemente a finales del s. XI, la copia más antigua conservada es el Manuscrito de Oxford, de mediados del s. XII, en lengua anglo-normanda.

La predestinación, la inevitabilidad del destino, resulta uno de los principales elementos constitutivos de la Chanson de Roland y, como veremos, de parte de la épica germana de la Alta Edad Media. Construyendo la tensión narrativa sobre la conclusión inevitable del drama, la muerte de Roldán, el poeta proporciona una sensación de falta de libertad de los personajes en un evidente tono trágico ya desde el inicio de la obra. Los motivos para el empleo de esta temática deben buscarse en la confluencia de los cambios políticos, sociales y culturales al inicio de la época feudal en Francia, con el surgimiento de la ideología caballeresca a partir de tres factores principales: los antiguos valores germánicos, la influencia de la Iglesia y la herencia romana.

         La predestinación resultaba ya un fenómeno arquetípico central para la mayoría de las culturas germánicas precristianas establecidas en los límites del Imperio Romano. Esta configuración cultural implicaba la posibilidad del acceso al conocimiento del destino por parte de los hombres, pero no así a su modificación. Semejante angustia existencial, la pequeñez del ser humano frente al mundo natural, resultaba sin embargo motivo de catarsis, en cuanto que la predestinación ayudaba en la aceptación de la propia muerte y la religión de estos pueblos establecía el ascenso al mundo divino, para los guerreros valerosos que perecían en combate.

Con la asimilación de los pueblos germanos a la cultura y la Iglesia romanas, sin embargo, la catarsis colectiva ya no es posible, en cuanto que la ideología cristiana imposibilita el mantenimiento de ese sentimiento de salvación gracias al sacrificio del héroe-guerrero. En el Beowulf, poema épico escrito en lengua germánica probablemente a mediados del s. VIII, su autor muestra parte de la problemática de una aristocracia que trata de compaginar su pasado ideológico idólatra con el presente cristiano. El héroe, aunque pagano, es presentado como protegido por la divinidad, que aquí toma la forma de destino, en su lucha contra las criaturas maléficas. Pero finalmente Beowulf también se encuentra destinado a una muerte trágica, asociada a la imposibilidad del mantenimiento de los valores heroicos de una sociedad que ya no existe. De una dimensión colectiva, se ha pasado a una dimensión individual, puesto que el valor o el sentido de justicia del guerrero, su sacrificio, ya sólo pueden servir para su propia salvación.

En la Chanson de Roland, escrita en la segunda mitad del s. XI, incluso ese sentimiento de heroico sacrificio individual ha desaparecido, puesto que el protagonista es mostrado a lo largo de la canción como egoísta y presuntuoso, si bien valeroso y, aunque necesario para la posterior llegada de la paz, él mismo aparece como culpable de su propio martirio:

“Bel sire nies, or savez veirement,
Demi mun host vos lerrai en present.
Retenez les, ço est vostre salvement.»
Ço dit li quens: Jo n'en ferai nient;
Deus me cunfunde, se la geste en desment!”

(Gentil sobrino, os digo verdaderamente,
que os dejaré la mitad de la hueste presente.
Quedáoslos, ellos son vuestra salvación.
Dijo esto el conde: No los necesito;
¡Dios me confunda, si mi estirpe desmiento!)

         La temática sobre la predestinación y la inevitable tragedia que conduce a la muerte de Roldán, cumple una especial función que debe comprenderse en el enfrentamiento entre ciertos valores contradictorios en la sociedad francesa de inicios del feudalismo. “La índole de los pueblos nuevos, […], chocó con las instituciones romanas todavía en pie y con los restos de la cultura antigua, que, en medio de su decadencia y fosilización, retenía su enorme prestigio; choque entre lo juvenil y lo decrépito”[1], conflicto personificado respectivamente por los personajes de Roldán y el emperador Carlomagno.

Continuará...



[1] Auerbach, E. “Nombran a Roldán jefe de la retaguardia del ejército francés”, en Mímesis. 1983. Madrid: FCEM