Hoy os traigo el comentario sobre un libro que realmente me impactó. LTI, La lengua del Tercer Reich, donde Víctor klemperer, filólogo judío que soportó la peor parte de la persecución nazi en Alemania, y que desenmascaró la forma como los nazis doblegaron la voluntad del pueblo alemán a través de la lengua.
Los doce años de gobierno nacionalsocialista en Alemania y la Segunda Guerra Mundial son hechos que han quedado grabados en la memoria colectiva de Occidente. Conocemos todo tipo de detalles sobre las batallas, los discursos, los personajes y, en definitiva, sobre los hechos históricos que rodearon Alemania entre 1933 y 1945 . Por el contrario, no son tan frecuentes en los medios de comunicación las informaciones que atañen a la propaganda y la forma como los nazis ejercían su influencia sobre el pueblo alemán.
El estudiante versado en ciencias sociales conoce la existencia de ciertas “armas” sociológicas, psicológicas o lingüísticas mediante las cuales es posible controlar la voluntad de las personas. De entre ellas, constituye el control y la manipulación del lenguaje una de las más potentes. Víctor Klemperer , catedrático de filología francesa en la Universidad de Dresde hasta 1935, momento en el cual las leyes raciales nazis le obligaron a abandonar la cátedra por su condición de judío, elaboró un sorprendente ensayo donde analiza la manipulación lingüística confeccionada por el gobierno de Hitler. LTI, la lengua del Tercer Reich fue publicado en 1947 a partir de las abundantes notas recogidas en los diarios de Klemperer durante el conflicto mundial, trabajo realizado siempre bajo el temor de la represión antisemita.
El estudiante de filología conoce el papel que juega la lengua en la construcción social del conocimiento. Los sistemas educativos y los medios de comunicación crean un almacén de construcciones mentales que son fijados por medio de la lengua. En este sentido la construcción social puede ser manipulada, gracias al lenguaje, modificando las connotaciones que se otorgan a diferentes categorías aceptadas socialmente. En palabras de Klemperer, “el lenguaje no sólo crea y piensa por mí, sino que guía a la vez mis emociones, dirige mi personalidad psíquica, tanto más cuanto mayores son la naturalidad y la inconsciencia con que me entrego a él” . La LTI, cuyo único objetivo fue el de la manipulación de la construcción social mediante la lengua, es desenmascarada por el autor en una brillante crítica y utilizando un lenguaje sencillo y emotivo que permite una fácil comprensión al lector no versado en la materia.
Klemperer expone durante los primeros capítulos de su ensayo algunas consideraciones generales sobre la LTI y su adopción en todos los ámbitos de la sociedad alemana. Los nazis manipularon el lenguaje a través de la constante repetición de ciertas palabras y expresiones que eran interiorizadas inconscientemente por la población. Palabras como “heroico” o “heroísmo”, referidas a las actuaciones y batallas de los ejércitos alemanes, u otras como “combativo”, en referencia al espíritu del pueblo alemán. Es ilustrativo cómo describe el autor algunas expresiones formuladas por antifascistas alemanes, posteriormente al final de la Guerra Mundial, donde se habla sobre el carácter “combativo” de la democracia. Es un ejemplo del influjo que el lenguaje ejerce sobre el inconsciente.
Una de las características principales de la LTI es su pobreza. La uniformidad entre lenguaje hablado y escrito, cargado de tópicos, con un tono cercano al discurso, se apoderó tanto de cultos como de no letrados a través de su constante repetición en los medios de comunicación de masas. Su misma pobreza fue causa de su éxito ya que, “optando por una autolimitación siempre expresaba sólo un aspecto de la esencia humana” . La LTI no inventa nada, sus expresiones proceden del alemán antiguo, de otros idiomas, etc., pero en cambio se presenta como algo nuevo porque de un uso individual, minoritario o especializado, se generaliza. En su intento de despojar al hombre de su esencia individual, la LTI fue el medio adecuado para fanatizar y sugestionar a las masas. Es importante resaltar la importancia de la repetición constante de las mismas ideas y conceptos, porque como indica Klemperer, incluso “la propaganda reconocida como mentira y fanfarronada sigue surtiendo su efecto si se tiene la cara dura de continuar practicándola sin inmutarse” .
El cuerpo central de la obra se dedica a la clasificación y análisis de distintos términos y expresiones del lenguaje nazi anotados en sus diarios. Durante el año 1933 recoge Klemperer algunas expresiones que constituyen ejemplos de la progresiva penetración de la LTI en la conciencia y el habla alemanas. Términos como “ario”, “limpieza de sangre”, “bandera de sangre”, “el pueblo”, “exiliados” o “campo de concentración” comienzan a hacerse muy frecuentes. Ante este último ejemplo muestra Klemperer una sorprendente visión de futuro cuando afirma: “Creo que en el futuro, cuando se pronuncie la palabra campo de concentración, se pensará en la Alemania de Hitler, única y exclusivamente en la Alemania de Hitler” .
Una palabra importante, repetida hasta la saciedad por el Reich, es el término “histórico”. Los nazis consideraban histórico casi cualquier acontecimiento, todo discurso del Führer, por ejemplo, aunque repitiera siempre lo mismo. Aseguraban así que cualquier hecho considerado importante por ellos fuera retenido por la memoria del pueblo. Cuando un líder, gracias a los medios de comunicación, habla ante miles o millones de personas, su discurso debe resultar popular, debe dirigirse más hacia el sentimiento que hacia el intelecto. Lo curioso es que Hitler fuera capaz de narcotizar tan fuerte y perdurablemente la voluntad de todo un pueblo, porque sus discursos diferían notablemente de los pronunciados por otros oradores. Donde Mussolini se dejaba guiar por la misma corriente y sonoridad de la lengua italiana, los discursos de Hitler resultaban un cúmulo de hirientes gritos espasmódicos. Y ese mismo hecho, más que discurso parecía un estado de éxtasis religioso, constituyó una importante clave de su éxito. La LTI, enfocada al sentimiento y al fanatismo, utiliza expresiones procedentes del cristianismo que se encuentran arraigadas en el inconsciente colectivo, precisamente para presentarse como religión sustituta. A este motivo responde también el carácter de los discursos del Führer, que ritualiza conscientemente su discurso para provocar la adoración de las masas. Resultan inquietantes algunos de los testimonios recogidos por Klemperer, como por ejemplo el de una mujer conocida suya, alguien que en principio no comulgaba excesivamente con las ideas del régimen, durante un discurso de Hitler: “Todo en ella era éxtasis, sus ojos brillaban, la fijeza de su postura y de su saludo no se asemejaba a la posición de ¡firmes! de los otros, sino que era un estado espasmódico, de arrobamiento” .
Otro mecanismo de control consiste en relacionar los logros y victorias deportivas con las glorias y victorias militares, asociando ambos con el concepto de lo heroico, del heroísmo. La heroicidad que calará entonces en la conciencia del pueblo será la misma tanto si se habla de deportes como de batallas, eliminando la enorme diferencia entre un juego deportivo y el horror de la muerte y la destrucción en una guerra.
Hasta el momento se han presentado algunos elementos principalmente arcaizantes en el interior de la LTI, procedentes del apego a la antigua tradición germana, de la adopción de ciertos términos lingüísticos y conceptos del alemán antiguo y heredada por una apropiación y corrupción del romanticismo germano del s. XIX. Pero el lenguaje nazi también adoptó multitud de palabras procedentes del ámbito de la técnica, con el objetivo de una mecanización de la persona. Esta mecanización conlleva la conversión de la persona en una máquina que puede ser controlada, “pulsada” para que se ponga en funcionamiento o se detenga. Expresiones como “material humano”; “piezas”, en referencia a prisioneros muertos en campos de concentración; o “fue conducido a la solución final”, son bueno ejemplos que ilustran la cosificación de las personas en el lenguaje nazi. Y al unísono que los tecnicismos también se produjo una inundación de palabras de origen foráneo. El motivo de la exagerada introducción de extranjerismos en la LTI queda patente en la siguiente cita: “La palabra de origen foráneo impresiona; impresiona tanto más cuanto menos se entiende; al no ser comprendida, confunde y narcotiza y acalla precisamente el pensamiento <..> tiene un efecto más intenso y solemne sobre todos” .
Lo cierto es que la gran claridad y precisión en la exposición y desarrollo de sus investigaciones, el equilibrio a la hora de realizar los análisis de términos y expresiones, armonizándolos de forma coherente con los ilustrativos elementos sobre ideología y simbología nazi y en combinación con un estilo narrativo también plagado de anécdotas y vivencias hacen de LTI, La lengua del Tercer Reich, un libro ameno en su lectura y un manual indispensable para el conocimiento de los mecanismos lingüísticos que influyen en las condiciones sociales de cualquier pueblo. La lengua, como toda herramienta social, puede ser empleada para educar a las personas en los beneficios que, por ejemplo, conlleva un buen uso de los recursos naturales mediante la constante repetición de esta idea en los medios de comunicación de masas. Pero en manos carentes de todo escrúpulo y moralidad resulta un arma muy peligrosa ante la cual debemos estar prevenidos.
Bibliografía
- El abecé de la pragmática. Cuadernos de lengua española 23 – Graciela Reyes – 2003 – Madrid: Arco Libros, S.L.
- LTI. La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo. – Víctor Klemperer – 2004 – Barcelona: Editorial Minúscula, S.L.
- Llengua espanyola II – Isidor Marí Mayans – Febrer 2002 – Barcelona: Fundació per a la Universitat Oberta de Catalunya
No hay comentarios:
Publicar un comentario