domingo, 27 de marzo de 2011

¡La psicología está de moda! Segunda parte

Más allá de lo reprobable de este tipo de experimentos, pues hoy en día serían motivo de duras sanciones, sería interesante investigar ahora cómo nos condicionan en la actualidad utilizando los principios de la psicología conductista. A ver, ¿alguien podría poner un ejemplo de condicionamiento en su vida de cada día? ¿No? Bueno, pues voy a proponeros uno sobre cómo funcionaban, hasta principios de los 90, los anuncios de la tele, sobre cómo intentaban (e intentan) condicionarnos para que compremos los productos que nos ofrecen, aunque no tengamos una necesidad fisiológica y vital de adquirirlos. Veamos un ejemplo de los estímulos que utilizan: imaginad el típico anuncio de coches donde aparece una lozana muchacha escasa de ropa contoneándose contra el chasis del “flamante” automóvil. El anuncio se dirige a un sector muy concreto de la sociedad, hombre heterosexual, más o menos joven y en la plenitud de sus facultades masculinas. El principal estímulo, la chica, se asocia con el producto, el coche, de tal forma que la constante repetición del anuncio provoque en la gente una doble asociación de ideas. Por una parte, cuando en nuestra vida cotidiana un hombre de las características que he especificado se encuentre con una mujer de similar aspecto, recordará automáticamente la imagen del auto. Y más importante aún, lo que realmente pretenden es que asociemos la imagen del producto, el acto de conducir el coche, ese coche en concreto, con la excitación y la expectativa de placer sexual que al hombre le provoca la muchacha. O dicho de otro modo: “¡Si te compras este coche, conducirlo va a ser un orgasmo constante!”. Esa es la respuesta que tratan de condicionar.

Bien, hemos visto hasta ahora la eficacia de la psicología conductista en el estudio y condicionamiento de la conducta. Pero esta psicología tiene sus limitaciones. Uno de los sucesores de Watson, Clark L. Hull, psicólogo neoconductista, fracasó en su intento de definir las leyes y variables concretas que permitirían predecir y controlar totalmente la conducta de las personas. Para que lo entendáis mejor, aunque no sea exactamente así, imaginaos que Hull creyó que podía crear, como si fuesen fórmulas de la física o de la química, una especie de tabla con las respuestas que correspondían a cada estímulo y al revés, con el/los estímulos necesarios para crear en la persona una respuesta que se desea. Pero retomando el ejemplo del anuncio de coches, ¿qué pasaría si le mostrásemos el mismo anuncio a un hombre de una cultura no occidental, donde el ideal de belleza femenina no es el de una figura estilizada y una actitud sexual agresiva, sino, por ejemplo, el de una figura rolliza y maternal? ¿Creéis que en este caso el estímulo obtendría la misma respuesta que os provoca a vosotros? Este tipo de técnicas son eficaces también con los animales, y de hecho la mayor parte de las teorías conductistas y neoconductistas fueron formuladas o corroboradas a partir de experimentos previos con animales. Es por ello que una de las principales críticas a esta psicología se dirige a una “pequeña” diferencia que separa a la humanidad del resto del mundo animal: la mente, la consciencia, que sí parece tener una existencia diferenciada del mundo de las sensaciones del individuo, una existencia a parte de la conducta condicionada por las meras respuestas a unos estímulos provocados por el entorno. En fin, que parece que en el fondo de todo sí que debe haber alguien, ya veremos quién…

Superado el conductismo, se inauguró una nueva tendencia que abarca muchas corrientes, la psicología cognitiva, que básicamente se centra en el estudio de la mente humana, de los procesos mentales que seguimos para darle significado a las cosas que percibimos. Una de las corrientes más actuales se centra en los procesos culturales para tratar de explicar la mente humana. Es la psicología cultural, heredera de las teorías desarrolladas entre 1924 y 1934 por el psicólogo cognitivo ruso Lev S. Vigotsky. Vigotsky aceptaba una distinción ya explicada por Wilhelm Wundt, el padre de la psicología que os comentaba al inicio de la charla. Distinguía entre procesos psicológicos inferiores, aquellos que nos unen con los animales y responden al modelo de estímulo-respuesta, (recordad, te pincho – gritas) y procesos psicológicos superiores, controlados por el mismo individuo, quien los regula en función de su propia voluntad. Lo curioso del caso es que, dicho de forma sencilla, para esta psicología nuestra propia voluntad es un engaño, una ilusión, puesto que no somos nosotros mismos de forma individual, sino la sociedad, quien define quiénes somos.

Continuará...

1 comentario:

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