Situada en el sur de Francia, la historia de esta pequeña villa de la antigua comarca del Razès, en el actual valle del Aude, es sin embargo sumamente antigua, remontándose a la época de los romanos y sobretodo de los Visigodos, que emplazaron en este lugar una de sus capitales más importantes, Rhedae. La villa de Rennes y toda la comarca son fuente de una sorprendente cantidad de leyendas y fábulas que se entrecruzan y enlazan unas a otras, formando una fabulosa y tupida red sumamente complicada de analizar en su totalidad.
La leyenda moderna parte de los supuestos hallazgos que un sacerdote católico, Bérenger Saunière, llevó a cabo en la iglesia de Santa María Magdalena, de la que era capellán, a finales del s. XIX. Se supone que Saunière encontró unos pergaminos codificados que le condujeron al descubrimiento de un fabuloso tesoro y de unos documentos de una importancia histórica extraordinaria, documentos que luego se han relacionado con la identificación del Santo Grial (San Graal – Sang Real – Sangre Real) con María Magdalena y los supuestos hijos de Cristo, llegados a Francia tras la crucifixión y precursores de la dinastía de los reyes francos merovingios, tal y como nos han mostrado obras como El Enigma Sagrado, cuyas teorías recientemente inspiraron a Dan Brown en su célebre novela El Código da Vinci.
No se sabe realmente si Saunière encontró un tesoro en Rennes, pero sí se conoce el hecho de que de la noche a la mañana un párroco con serias dificultades económicas remodeló la antigua iglesia dedicada a Magdalena, se construyó una mansión llamada Villa Bethania, un pequeño jardín zoológico con varias especies de animales y una torre, la Tour Magdala, donde situó su estudio y biblioteca, además de organizar curiosas recepciones adonde acudían conocidos personajes de las más altas clases parisinas, e incluso extranjeras, y una carretera para facilitar el acceso a la villa. Algunos autores han tratado de desacreditar el supuesto hallazgo de Saunière explicando que los enormes ingresos del cura procedían de actividades ilícitas como el tráfico de misas, cargo por el que fue juzgado y condenado en varias ocasiones, pero se conservan facturas de esos gastos y son tan grandes que quedan fuera de la posibilidad de que procedan únicamente de este tipo de actividades.
Fijando la mirada en el enclave actual, al llegar a Rennes y penetrar en la iglesia encontramos una serie de elementos extraños, una serie de elementos que no corresponden con los dictados por la iglesia católica y romana. Nada más poner el pie en el interior del templo, por ejemplo, es curiosamente un demonio, Asmodeo, quien nos da la bienvenida. Según la tradición bíblica, el rey Salomón engañó a este demonio para que fuera el encargado de construir el Templo de Jerusalén; igualmente, simboliza también al “guardián de los secretos”, y esto conduce a pensar que la pequeña capilla oculta algún tipo de importante secreto…
Continuará...
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