lunes, 13 de septiembre de 2010

Petra, la Ciudad Rosa de los nabateos. Tercera Parte, la religión nabatea

Como en todo lo que respecta a los nabateos, es poco lo que se conoce sobre su religión, ya que no existen fuentes escritas y los investigadores deben limitarse al estudio de los datos facilitados por la arqueología y algunas inscripciones.

La nabatea era una religión politeísta donde se adoraban divinidades de origen árabe preislámico. Su dios principal era Dushara, dios de Shera, montaña situada al este del valle de Petra, que gobernaba los fenómenos naturales y las estaciones. Junto a él, la diosa Al Uzza (“la poderosa”), diosa de la fertilidad y consorte de Dushara. Otras importantes divinidades eran Al Kubtha, señor de la escritura, o Manat, diosa del destino. Completaban el panteón nabateo un indeterminado número de divinidades menores de las que apenas son conocidos sus nombres.

Una importante característica de la religión nabatea consiste en la anicónica representación de sus divinidades. La mayoría de pueblos y civilizaciones ya no sólo de la antigüedad, sino también de los periodos paleolítico y neolítico, representaban a sus dioses de una forma iconográfica. En algunos lugares de Oriente Medio y la Península Arábiga, sin embargo, los dioses eran adorados bajo la forma de betilos (en semítico, beth-el, “casa del dios”, de donde deriva el griego baitulos). Un betilo es una “piedra sagrada” con una forma geométrica simple (cubos, esferas, etc.), que más que un símbolo o la personificación de un dios, representan su presencia. En ocasiones, la piedra aparece tallada con esquemáticas formas representando los ojos y orejas de la divinidad, pero no su boca, ya que para los nabateos, “los dioses observan y escuchan, pero nunca hablan”.

Algunos investigadores creen que esta característica forma de representación en los pueblos de Oriente Medio se debe, por una parte, a la consideración que la piedra poseía en algunas religiones de la antigüedad, donde se comprendía como “material de eternidad” por su perdurabilidad. Por otra parte, es posible que la connotación de “piedra sagrada” se derive en su origen de algunos meteoritos caídos a la tierra desde “el cielo”. Sea como fuere, son frecuentes las referencias a estas misteriosas piedras entre los diferentes pueblos preislámicos asentados en el Medio Oriente, y es innegable la importancia que incluso dos milenios después se continúa otorgando a estas piedras sagradas, pues no en vano millones de personas acuden cada año en peregrinación a la Meca para adorar a la famosa “Piedra Negra de la Kaaba”.

Debido al permanente contacto con las civilizaciones vecinas, los nabateos también adoptaron divinidades de sus vecinos sirios, como Atargatis (señora de la recolección) o el dios Ba’alshamin. Posteriormente, debido al progresivo contacto con griegos y romanos, los dioses nabateos fueron identificados con los del panteón heleno. Así, Dushara fue identificado primero con Dioniso y luego con Júpiter-Zeus; Al Uzza con Afrodita o Al Kubtha con Hermes-Mercurio. Por último, a partir del s. I d-C., comienzan a aparecer representaciones figurativas de las diversas divinidades, produciéndose una verdadera revolución iconográfica.

2 comentarios:

  1. Hola, el artículo es muy bueno en todo su discurso. Entré aquí por "casualidad" buscando la acepción betilo (negro), una de las iconografías de la diosa Cibeles en su posible origen hitita.

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  2. Muchas gracias por tu comentario, espero que el artículo te haya servido.

    Un saludo.

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