“Ahí, en medio de un vertiginoso ámbito de los Andes,
comenzó a latir el corazón del Perú. Allá arriba, arropado por el ronco
murmullo del río Mosna, yace esa colosal obra. Todo lo que está, sobrecoge por
su misterio”
Júlio César Tello
En el corazón de los Andes, a 3185
metros de altitud y situado en un estrecho valle de la Cordillera Blanca, en la
confluencia de los ríos Mosna y Huacheqsa, se encuentra uno de los más
fabulosos centros ceremoniales pre-hispánicos que existen en Perú, Chavín de
Huántar. Se trata de uno de los lugares más enigmáticos de la arqueología
peruana, un lugar aún hoy rodeado de un persistente halo de misterio.
Chavín de Huántar supone un antes y un
después en la evolución de las culturas andinas. Según Julio C. Tello, padre de
la arqueología peruana que investigó el enclave durante la década de los años
20 del s. XX, afirmó que la cultura Chavín, cuyo apogeo se sitúa en el 1er
milenio a.C., se encontraba en el origen, fue la matriz y el centro de difusión
de todas las culturas pre-hispánicas posteriores. Si bien esta tesis de Tello
ya se encuentra superada, debido a que la arqueología contemporánea ya ha
investigado importantes asentamientos culturales prechavinos y ha establecido el
origen de esta cultura como una síntesis de desarrollos culturales anteriores, sí
es cierta su amplia influencia, que abarcó gran parte del Perú en su momento de
mayor apogeo, mientras que determinados elementos procedentes de su iconografía
y su imaginario religioso perduraron en desarrollos culturales posteriores, más
allá del momento de su declive y desaparición, a finales del s. III a.C.
Incluso determinados investigadores has establecido la posibilidad de que el
complejo ceremonial de Chavín de Huántar se tratara de una especie de lugar de
peregrinaje oracular, a partir de ciertas afirmaciones realizadas por los
cronistas españoles en tiempos de la conquista: “Junto a este pueblo de Chavín hay un gran edificio de piedras muy
labradas de notable grandeza; era Guaca y Santuario de los más famosos de los
gentiles, como entre nosotros Roma o Jerusalén, a donde venían los indios a
ofrecer y hacer sus sacrificios; porque el demonio de este lugar los declaraba
muchos oráculos y así acudían de todo el reino…” (Antonio Vásquez de
Espinosa, Compendio y descripción de las
Indias Orientales).
Existen estudios que, desde el ámbito del materialismo
cultural, han postulado la existencia de un Estado Teocrático Andino cuyo
centro neurálgico sería Chavín de Huántar. Estado porque resulta una de las
primeras ocasiones donde se institucionalizan las desigualdades sociales,
surgiendo las clases sociales, donde un grupo minoritario de la sociedad se
distancia de las tareas productivas básicas, pasando a controlarlas,
manipularlas y consumirlas. Teocrático porque la coerción sobre la población se
ejerce mediante el establecimiento de una normativa religiosa, es decir, más
que a través de la fuerza militar, las narrativas mitológicas y religiosas se
dirigen a normativizar y dirigir las posibles tensiones sociales que puedan
surgir de la explotación. Es el momento del surgimiento del sacerdote-chamán,
el especialista religioso que se sitúa como intermediario entre los tres mundos
de su cosmovisión (cielo – tierra – inframundo), cuyo conocimiento mágico,
fundamentado en la observación astronómica, se expresa a través de la difusión
y el ejercicio de un potente sistema religioso de creencias desplegado en
complejas ceremonias de carácter público, una ideología religiosa revelada a
través de un universo iconográfico particular, donde un panteón de dioses
antropomorfos inspirados en determinados elementos felínicos, con carácter agresivo
e intimidatorio, son satisfechos mediantes sacrificios y ofrendas…
Continuará...
Es curioso como ese carácter intimidatorio ejercido por el Estado teocrático a través de esos chamanes para dominar y controlar al pueblo, tiene relación en Europa con los finales de la Edad de Hierro y también allí sus influencias de los dioses celestes con sus precisiones astronómicas, y al igual que los chamanes de Chavín de Huántar que tú muy bien mencionas.
ResponderEliminarEse triple eje de cielo-tierra-inframundo es muy relevante en las antiguas mitologías (por sus connotaciones prístinas posibles) y me parece una de las ideas centrales de tu discurso.
Muy buena presentación esta primera parte (sencilla y directa) a propósito de dicha área geográfica andina. Ya te diré de modo paulatino.
Un saludo.
Sobre el tema del triple eje y la conexión con otras culturas, léete si no lo has hecho ya, la tercera parte de esta serie de artículos dedicados a Chavín.
ResponderEliminarSaludos